viernes, 5 de octubre de 2007

El drama de la integración


Sábado 18 de Noviembre de 2006
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Discapacidad
El drama de la integración

En nuestro país, sólo el 15% de los alumnos discapacitados está integrado en escuelas comunes, mientras muchos otros quieren hacerlo y no pueden. La falta de estructura edilicia, las inadecuaciones curriculares, el miedo y la pobre capacitación docente son las principales causas de que ello suceda

A Uriel le encanta dibujar con lápices de colores, tiene una profunda fascinación por las calculadoras y una adicción por el jugo de manzana. También le gustaría concurrir normalmente a un colegio, pese a que se moviliza en silla de ruedas. Sin embargo, el solo hecho de no poder caminar se le presenta hasta ahora como un problema insalvable. Uri tiene 13 años, y una discapacidad motora fina que no le impide dar abrazos, reírse o hacer chistes. Hizo la primaria en la Escuela de Recuperación N° 18, de Floresta, que es igualmente para chicos con nivel intelectual común, pero que necesitan algún apoyo especial. Para él, el próximo nivel educativo son los Centros Básicos de Formación Ocupacional (CBO), que duran 3 años. "En toda la Capital Federal ninguno de los cuatro CBO puede recibir a mi hijo para que pueda seguir con su escolaridad, que supuestamente es obligatoria. Tres no tienen acceso para silla de ruedas y el que sí lo tiene, no cuenta con celador. El rector me decía que por ser la formación laboral en carpintería, era riesgoso para Uri por sus problemas de motricidad fina y las computadoras no tenían las adaptaciones necesarias ni los docentes estaban capacitados para trabajar con alumnos como Uri", cuenta Laura, su madre, a la FDLN. Durante su infancia vivía en la vereda de enfrente de la Escuela N° 12 Provincia del Chaco, de Flores, a la que no pudo asistir porque tiene nueve escalones en la puerta de entrada. "Hoy, en vez de socializar con sus compañeros tiene que aprender por medio de una maestra domiciliaria y estar encerrado en el departamento. En su caso, la reinserción social es muy difícil y esta situación sólo le pone más trabas." En el transcurso la charla, Laura carga un gesto de resignación cuando intenta transitar por las calles de Flores sin que la silla se trabe en cada baldosa y esquivando los pozos. "Esto es una cosa de todos los días. De pronto se paran los autos en las esquinas y no podés cruzar -dice-. Lo más duro es que cada cosa es una lucha y te sentís basureada todo el tiempo." En el trayecto hacia la plaza, Uri saluda a la gente y quiere jugar a todo. Mientras, Laura señala: "Cruzar la vía del tren es una misión titánica". Como también lo fueron los recursos de amparo que tuvo que presentar para que la obra social le cubriese el transporte, el acompañamiento terapéutico y la rehabilitación. Muchas trabas El caso de Laura, como el de muchas otras madres, da testimonio delo difícil que es la tarea de conseguir la aceptación del sistema educativo para personas con discapacidad. Son muchas las trabas que hacen que este circuito de la integración no funcione adecuadamente: la falta de estructura edilicia, la inadecuación curricular, el miedo a lo diferente, la escasa labor de trabajo en equipo entre la maestra de grado y la maestra integradora, y la preparación docente. Según la Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad, del Indec, que contiene datos de 2002 y 2003, sólo el 15% del alumnado está integrado en escuelas comunes, en inicial y primaria. En el caso de Juani, nació con 5 meses de gestación, pesó 500 gramos y actualmente tiene parálisis cerebral sin compromiso intelectual, pero con un impedimento motor severo que le dificulta el habla. Cuando su madre, Elizabeth, lo quiso anotar en primer grado tuvo que emprender una recorrida de ocho meses para conseguir una escuela que lo aceptara. "Visité más de 55 escuelas privadas y finalmente tuve que recurrir a la Justicia por medio de un amparo para que mi hijo pudiera asistir con su maestra integradora a un establecimiento público, la Escuela N° 8 del Distrito 8, en Caballito. Como la experiencia no fue del todo buena, el año que viene voy a mandar a Juani a una escuela de Vitra, a la que asisten chicos en silla de ruedas", dijo. Gran número de familias que están en esta búsqueda reciben innumerables negativas por parte de las instituciones y bajan los brazos. Entonces, sus hijos duermen en escuelas especiales esperando algún milagro que les permita insertarse en el mundo de los chicos comunes. Incluso en los casos en los que los chicos son aceptados, las vicisitudes que se presentan son numerosas. Falta de personal calificado, mobiliario adaptado y trabas burocráticas son algunas de las más comunes. Por ejemplo, María Belén, que tiene 9 años y es hipoacúsica profunda, estuvo todo este año sin un apoyo en la escuela porque "ella trabajaba con una psicopedagoga de un centro terapéutico de Quilmes y ahora la inspectora me dice que tiene que ser una maestra integradora la que la ayude", protesta su madre, Liliana. Proceso favorable Mientras los especialistas sostienen que la integración es un proceso favorable no sólo para los alumnos con discapacidad, sino que beneficia a todos desde el punto de vista social y curricular, en la práctica esta modalidad se aplica en pocos casos. "Lo que hay que rescatar de un mapa general de la discapacidad es la educación del niño. Lo principal es integrarlos a la educación y en este espectro ayudar a los niños que pueden integrarse en la educación común", afirma Liliana Pantano, investigadora del Conicet y asesora en aspectos sociales de la discapacidad. Otra de las limitaciones con la que se enfrentan los padres en el momento de anotar a sus hijos es que la escuela argumente no tener vacantes, muchas veces para evitar el problema de tener un chico que requiere mayor atención. A Cecilia también le costó mucho conseguir un establecimiento educativo para Ezequiel, su hijo de 6 años con síndrome de Down. "Fue un camino largo y tortuoso. Primero empecé por teléfono y después personalmente, consultando en más de 20 escuelas. En algunas me decían que integraban, pero no con síndrome de Down, o que tenían problemas edilicios, cuando mi nene no tiene ninguna dificultad motriz. Finalmente nos quedamos donde nos aceptaron, que es un colegio que está a solo 8 cuadras de casa", dijo. La integración puede darse en el ámbito estatal o privado. En el caso de que sea estatal, la escuela especial del estado envía una maestra integradora al colegio común para que asista al alumno. "Actualmente hay mucha demanda y poco personal capacitado, por lo que muchas veces éste sólo puede verlos una o dos veces a la semana y no la jornada completa. En esos casos, los padres deben contratar una maestra en forma particular sumando un gasto más al tratamiento que ya de por sí suele ser muy costoso", sostiene Mariana Iturralde, maestra integradora. En el caso de escuelas privadas, las obras sociales deben cubrir los gastos que implica contratar a la maestra integradora y los demás tratamientos. Sector público El artículo 5 de la ley federal de educación establece que el Estado nacional deberá fijar los lineamientos de la política educativa, respetando el derecho a la integración de las personas con necesidades especiales mediante el pleno desarrollo de sus capacidades. Esto quiere decir que todas las escuelas públicas deberían ser potenciales integradoras, aunque en su mayoría no estén preparadas para hacerlo. Datos proporcionados por la Dirección de Educación Especial del gobierno porteño indican que en la ciudad de Buenos Aires 8022 personas con discapacidad asisten a escuelas especiales y cerca de 1520 alumnos están integrados en escuelas comunes. Sin embargo, la cantidad de escuelas que realizan proyectos de integración no pudo ser proporcionado por la dirección porque no tienen sistematizado el control de gestión. Desde el gobierno reconocen que la situación edilicia está lejos de ser ideal, y sostienen que aún falta mejorar las instancias de consenso. "La Secretaría de Educación trata de defender el derecho del chico a la educación, en el mejor espacio educativo para él -explica Silvia Dubrovsky, directora del área de Educación Especial de la Secretaría de Educación porteña. Y agrega que "no todas las escuelas están en las mismas condiciones dentro de un distrito, pero es cierto que existe un déficit en cuanto a lo edilicio. Con respecto a las trayectorias educativas, este proceso incluye el acuerdo de muchas personas y a veces puede pasar que no haya consenso. Este es nuestro principal desafío". Así lo confirma el estudio Educación inclusiva y accesibilidad edilicia en la ciudad autónoma de Buenos Aires", de la fundación Rumbos, de marzo de 2005, que indica que sólo el 22% de las escuelas brinda alguna accesibilidad, sobre un total de 438 relevadas por Infraestructura Escolar del gobierno porteño. Esto implica que 1445 niños que podrían estar integrados en la educación pública primaria común son excluidos por inaccesibilidad edilicia. La Asociación para el Desarrollo de la Educación Especial y la Integración (Adeei) realizó la investigación " Las adaptaciones curriculares, un recurso educativo para la integración escolar de alumnos con necesidades educativas especiales", sobre la base de entrevistas realizadas a docentes y directivos de los niveles inicial y primario. La conclusión fue que se requiere un mayor número de maestras integradoras, ya que muchos alumnos integrados en el aula común no tienen proyecto de integración ni recursos humanos específicos, internos o externos a la escuela. "La principal dificultad a la hora de integrar es la ignorancia, la falta de capacitación y la falta de información, lo que genera miedo. La sociedad le teme a lo diferente, y la escuela es el reflejo de la sociedad. Los maestros y directivos están formados para educar y no para trabajar con la diversidad", sentencia Iturralde. En el mundo de la educación de gestión privada la problemática es completamente diferente, porque la integración es optativa, y es fundamental que la dirección de la escuela esté comprometida con el proyecto integrador para que sea efectivo y se sostenga en el tiempo. Además, suelen manejarse con el cupo internacional de un chico con discapacidad por curso, lo cual limita mucho más las vacantes. "Desde la gestión privada no se obliga a nadie a tener una política de integración, sino que la escuela tiene la opción de elegir. Nuestra función consiste en acompañar a estas escuelas en estos procesos en cuanto a la gestión y sistematizando sus acciones para garantizar un mínimo de calidad", afirma Norberto Siciliani, asesor pedagógico de la Dirección de Educación de Gestión Privada (Degep), dependiente de Secretaría de Educación. Cifras de 2005 muestran que son 39 las escuelas especiales de niveles primario e inicial y tres las de nivel medio, a las que concurren 1911 alumnos, 805 mujeres y 1106 varones. Por otra parte, son 69 las escuelas que integran personas con discapacidad en los niveles primario y medio, y 9 las de nivel medio, con una matrícula de 240 alumnos. "Siempre se hicieron algunas experiencias de integración escolar, pero a partir de 1995 y 1996 la Secretaría de Educación le comenzó a dar un impulso importante a la temática y muchas escuelas empezaron a integrar. Sin embargo, más de la mitad abandonó esta práctica por diversos motivos", dice la supervisora de Educación Básica de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Encarnación Madrid. "Hay instituciones que no integran porque el espíritu de la escuela de gestión privada es la elección de un modelo que puede ser: religioso, social, cultural o académico. Son distintos tipos de proyectos en los que las escuelas también pueden elegir la opción de integrar. Por otro lado, hay escuelas que integran determinados tipos de discapacidades", explica Siciliani. La voz de las madres que sufren este tránsito y se desesperan por el bienestar de sus hijos es angustiante. En definitiva, lo que buscan es brindarles un espacio para que se desarrollen en todas las dimensiones. Parecería existir un gran desconocimiento respecto del tema de la integración escolar en su conjunto: de los padres con respecto a lo que pueden exigir y de los derechos de sus hijos, de las escuelas. De los docentes en su tarea educativa y del Estado como garante de ese derecho. Este vacío también abarca las prestaciones de las obras sociales. Por Micaela Urdinez De la Fundación Diario LA NACION 1% del total del alumnado asiste a la educación especial en todos sus niveles (servicio de atención y educación temprana, escuelas especiales, servicios para la formación laboral, y alumnos integrados). También, según datos de la Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad del Indec, que contiene datos de 2002 y 2003, sólo el 15% del alumnado está integrado en escuelas comunes, en inicial y primaria. 22% de las escuelas porteñas estatales brinda alguna accesibilidad (sobre un total de 438 escuelas relevadas por Infraestructura Escolar del gobierno porteño). Así lo confirma el estudio Educación Inclusiva y Accesibilidad Edilicia en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de la fundación Rumbos de marzo de 2005, que agrega que 1445 niños que podrían estar integrados en la educación pública primaria común son excluidos por inaccesibilidad edilicia. 10 son los barrios en la ciudad de Buenos Aires que no cuentan con ningún establecimiento privado de educación normal accesible para personas con discapacidad, de acuerdo al estudio de la ONG Acceso Ya. Ellos son Villa Urquiza, Villa Ortúzar, Colegiales, Coghlan, Floresta, Parque Patricios, Parque Avellaneda, San Telmo, Liniers y Villa Luro. 600 millones de personas en el mundo, o sea el 10% de la población mundial, presenta algún tipo de discapacidad mental, física o impedimento sensorial, según datos de la Unesco. Aproximadamente, el 80% de la población con discapacidad del mundo vive en países en desarrollo. 140 millones de chicos, se estima que no asisten a la escuela en el mundo, en su mayoría mujeres y chicos con discapacidad. De estos, el 90% vive en países de bajos ingresos y cerca del 80% reside en Africa. 85% de los niños con discapacidad asiste a escuelas comunes, en el Reino Unido, aunque todavía cerca de 100.000 van a escuelas especiales. Este sistema mixto posee una currícula nacional común, que permite que se hagan los ajustes necesarios para que todos puedan estudiar y aprender. Link corto: http://www.lanacion.com.ar/859395

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